viernes, 30 de noviembre de 2012

CRISTINA NOS CUENTA SU TESTIMONIO

 ME LLAMO CRISTINA Y SOY PODALICA

Como si se tratara de una reunión de Alcohólicos Anónimos, así me presenté hace unas semanas al grupo de matronas de Pachamama que atiende partos en casa y con quienes teníamos pensado parir. Intentaba darle un toque de humor a una noticia que había recibido hacía unos días.
En realidad, ese fue el adjetivo que utilizó el ginecólogo del ambulatorio al hacerme una eco y constatar que Martí venía de nalgas: "Ale! Ya tenemos una podálica. La primera del día, seguro que hay otra hoy. Nunca vienen solas."
Al menos tuvo la delicadeza de no nombrar la palabra maldita (cesárea) y desearme suerte y que esperaba que se diera la vuelta. Tampoco supo aportar mucho más...


Las matronas de Pachamama recibieron la noticia con sorpresa, pero en seguida pusieron sus cabezas pensantes en marcha. Que si moxibustión por aquí, que si manteo por allá, que si yoga, que si escúchate, que si date tiempo, que si en Manises atienden partos de nalgas, ... y, sobre todo, sobre todo, me dieron mucho cariño, comprensión y ánimos.

A partir de ese día empezamos a "hacer los deberes" y seguir todos sus consejos. Al día siguiente fuimos a trasladar mi historial al hospital de Manises y tuvimos la suerte de que nos atendiera ese mismo día, en el taller obstétrico, el Doctor José Enrique Martín. Él me dijo que me atendería de nalgas. Nos estuvo informando con mucha humanidad, normalidad y profesionalidad. Además nos dijo que él tambié atiende partos en la Clínica Quirón, donde están intentando cambiar las cosas para ofrecer un parto más natural y respetado a las madres que así lo deseen. Incluso si tuviera que ser una cesárea, allí podía ofrecerme garantías de que sería lo más respetuosa posible.
Total que al día siguiente nos fuimos a Adeslas a hacerme beneficiaria del seguro de Sergi, mi marido, y tener así cubierta la posibilidad de parir en la Quirón. El objetivo era, a no ser que Martí se diera la vuelta, parir allá donde estuviese el Doctor Martín (Manises o Quirón).

Mientras tanto, yo iba haciendo la moxibustión, las posturas de yoga, haptonomía (siguiendo los consejos de Julie), relajación del útero, etc. Y me dió por pararme a escuchar mi cuerpo y lo que realmente sentía. Y comprendí que necesitaba estar en casa. Por razones de trabajo, estábamos viviendo desde septiembre fuera de casa, en otra ciudad y, aunque yo pensaba que lo estaba llevando bien, no era así. Me dí cuenta de que necesitaba estar en mi casa, con el apoyo y la ayuda de mi familia, así que Sergi me sugirió que volviéramos a casa Aitana y yo, mientras él se quedaba fuera entre semana. Qué penita dejarle sólo!! Y qué duro es para él no ver a Aitana!! Nunca se ha separado de ella más de una noche... Pero era necesario. Martí me había dado un toque de atención. Mamá iba de culo últimamente, y así iba él. Por un momento, pensé que estaba reclamando nuestra atención, porque, realmente, el pobrecito había sido el último mono.

De vuelta en casa, y con mis padres cerca, empecé a tener más tiempo para mí y para Martí. Entendí que tenía un miedo y una barrera no superada desde el parto de Aitana y decidí acudir a una fisioterapeuta especializada en suelo pélvico. Tengo una episiotomía del parto de Aitana, que fue tratada en su momento con buenos resultados. Pero, desde que me quedé embarazada de Martí he tenido un miedo terrible a que esa parte de mi cuerpo, que sentía que ya no es lo que era debido a la cicatriz, no respondiera bien a la hora del parto. No sé, me imaginaba que la episiotomía no me permitiría dilatar lo suficiente, que el dolor añadido sería insoportable,... Gracias a la fisio, esos miedos empezaron a desaparecer.
Realmente no eran infundados. Los tejidos de ese lado del periné donde me hicieron la episiotomía, realmente mostraban mayor resistencia, estaban como contracturados debido a mi miedo y al peso propio del embarazo que estaban soportando. A base de masajes he conseguido volver a confiar en mi cuerpo y, en cierta manera, aceptar e integar esa parte que sentía como si no fuera mía, como cuando a alguien le hacen un transplante y rechaza el órgano.

Paralelamente, me puse a trabajar el plano psicológico. Teresa Huelga, de Pachamama, me habló de unas sesiones de Watsu (Shiatsu en el agua) que se hacían este pasado domingo y decidí probar. Fue un verdadero regalo. A nivel físico, noté un gran alivio en la zona lumbar y en las caderas debido al masaje; me sentía realmente ligera. Pero lo mejor fué a nivel emocional. Victor, el chico que me dió el masaje y me acompañó en esta experiencia, me aconsejó que aprovechara el hecho de estar en un medio líquido, al mismo nivel que Martí, para conectar con él y fué maravilloso. Me imaginé cogiendo a mi hijo en brazos y meciéndonos en el agua los dos juntos. Le confesé que tenía miedo. Me pareció que él también lo tenía y le dije que yo no le iba a soltar la mano, que íbamos a hacer el viaje de su nacimiento juntos, fuese el que fuese, y que la mamá siempre estaría con él. Imaginé el momento de acogerlo en mis brazos y lloré de alegría. Fué realmente una experiencia única. Victor me aconsejó que me quedara con esas vivencias y sentimientos que había tenido durante la sesión y los he estado reviviendo todos estos días.

Hace unos días volví a la fisio y acabé de disipar mis miedos. Los masajes que me había estado haciendo Sergi durante el fin de semana habían hecho su función. Esta vez, la sesión de masaje de la fisio no me había hecho tanto daño, yo misma notaba la zona más relajada. Pensé que era posible y que podía. Por primera vez, sentí que podía. Tenía todo unmes por delante para seguir con los masajes e ir preparando la zona.

Fuí a ver a un osteópata que me había recomendado Julie (creo que algunas de vosotras la conocéis por sus sesiones de haptonomía y acompañamiento a las parejas embarazadas). Este osteópata realiza un abordaje tisular, teniendo en cuenta los tejidos. De nuevo, me confirmó que había una resistencia en mis tejidos en la zona de la episiotomía, pero que mi cuerpo respondía bien a ello y que no veía mayor problema.
Mis barreras psicológicas seguían cayendo gracias a comentarios como ese y seguía sintiéndome cada vez más capaz y segura.

Hemos ido a ver a Teresa Huelga (Pachamama). Hemos estado hablando durante casi una hora. Hemos decidido darnos un plazo de una semana para ver si la versión cefálica externa que iba a hacerme la semana que viene funcionaba y, si no, pues debíamos aceptar que el parto en casa no podía ser y prepararnos para las otras opciones. Después de tanto charlar, Teresa me ha dicho "Va, vamos a ver cómo está Martí". Yo le he dicho que  no sabía localizarle la cabeza tan claramente como en otras ocasiones, que pensaba que estaba un poco de lado. Se ha puesto a palparme la barriga, a palpar, a palpar y, de repente me dice "Se ha dado la vuelta". Nos hemos abrazado y he llorado y llorado de alegría. "Gràcies Martí!! Gràcies, gràcies", le decía a mi hijo. Y casi no me lo creo todavía.

No sabría decir qué ha sido lo que ha propiciado que Martí se diera la vuelta. Han sido todas y cada una de las vivencias de estas últimas semanas. Últimamente, dudaba si estaba volviéndome loca, acudiendo a todos los profesionales que me recomendaban, haciendo todo lo que me decían. No sabía si debía aplicar algún criterio o freno, porque tenía la agenda saturada de citas con unos y otros. Pero no quería dejar de intentarlo...

En resumen, creo que Martí se ha dado la vuelta cuando yo he sido capaz de encontar la ayuda para superar mis miedos. Ahora me siento capaz, me siento poderosa. Y quería compartir esta vivencia con vosotras, por si a alguna os sirve de algo...

Un fuerte abrazo.
Aitana / Martí / Cris

http://aitanaimama.blogspot.com/

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